Los buenos sistemas operativos dependen de las personas, de los procesos y de la tecnología

Escrito por Katherine van Nes|17 de enero de 2018

La transformación digital está empezando a imponerse en el sector de la minería. La tecnología en la que usted y yo confiamos para manejar gran parte de nuestras vidas ha llegado a ser tan generalizada y tan esencial, que su impacto ahora se siente hasta en lo profundo de la tierra. Esta transformación se espera desde hace tiempo, ya que las herramientas digitales son fundamentales para abordar uno de los desafíos más grandes que enfrentan muchas minas en la actualidad: la variación en la productividad.

La variedad quizás le dé sabor a la vida, pero puede ser el beso de la muerte para una operación minera. Además de producir un mayor volumen o crear un mejor producto, hacer que las cosas funcionen con menos contratiempos, de forma consistente y al nivel más alto posible es el modo más efectivo de reducir los costos y generar valor en cualquier empresa. Los operadores siempre se sorprenden al descubrir cuánta variación hay en sus procesos. Pero es mucho mejor reconocer el problema y tratarlo, que dejar que siga minando la productividad y las ganancias.

Las minas bien dirigidas alcanzan sus objetivos mensuales, pero aún así suele hacerse un gran esfuerzo para llegar a tiempo y luego tener que esperar, generando fluctuaciones importantes de un día a otro o de una semana a otra. Vemos situaciones en las que el ritmo disminuye o se estanca simplemente porque no están disponibles los recursos necesarios. Al optimizar los procesos, en especial con la precisión y la planificación en tiempo real que las soluciones digitales hacen posible, las personas y los equipos están en el lugar correcto, en el momento indicado, lo cual permite la mayor eficiencia posible en el tajo y en la labor. Hay menos intermitencia. Los objetivos se alcanzan de manera consistente, eficiente y uniforme. La planificación mejora porque se basa en datos reales y en evidencias comprobables de lo que se puede hacer. Esto implica una mejor ejecución de los procesos, lo cual genera resultados mejores y más consistentes que llevan a una mejor planificación... y así sucesivamente.

Entonces, ¿por dónde empezar? Si quiere encontrar oportunidades para mejorar los sistemas de gestión operativa, empiece por observar los tres elementos que componen una transformación organizativa exitosa: las personas, los procesos y la tecnología.

No es casualidad que las personas sean lo primero que hay que tener en cuenta. El personal siempre está en primer lugar, ya que es el responsable de una ejecución satisfactoria. Los operadores deben saber dónde se espera que estén, cuándo y cómo realizar una tarea en el tiempo asignado, y si la cantidad de tiempo es apropiada para completar el trabajo. Se deben definir las funciones adecuadas de las operaciones para que se pueda organizar y realizar el trabajo de la forma más eficiente posible. Los trabajadores deben ser capaces de modificar o mejorar las estrategias de ejecución en tiempo real, en base a lo que ocurre en el momento, no horas después en los informes o el análisis luego de su turno.

En la planificación del trabajo, el segundo elemento, el proceso, es el dominante. La planificación y la programación se vuelven esenciales en la cadena de valor de la ejecución. A medida que cambia la tecnología, los mismos procesos de trabajo deben ser capaces de adaptarse. No usamos nuestros teléfonos inteligentes del mismo modo que los fijos. Los procesos de trabajo deben cambiar para aprovechar las oportunidades que antes no existían. Sólo son útiles en la medida en que puedan contribuir a que una mina alcance los objetivos establecidos para esta.

El tercer elemento es la tecnología adecuada. Puede haber cualquier cantidad de motivos para la variación en la productividad operativa. La experiencia, el nivel de habilidades y los recursos del personal pueden hacer una gran diferencia. Lo mismo sucede con los equipos que se usan, desde las diferentes leyes dentro de una labor, hasta la complejidad de la planificación de la mina y de los métodos de extracción. Con las comunicaciones, la infraestructura tecnológica adecuada y las personas capaces y entrenadas para usarla, la información y el trabajo que ésta rastrea se pueden manejar en tiempo real. Todos los factores que contribuyen a la variación se pueden identificar y medir, lo cual nos permite controlarlos, mitigarlos o eliminarlos.

Las operaciones como las extracciones subterráneas deben someterse con regularidad a inspecciones de estado. Para orientarse en la evaluación del estado de su operación y determinar el camino óptimo por el cual avanzar, hágase tres preguntas. ¿Dónde se encuentra ahora? ¿Cómo hace lo que hace? ¿Qué necesita que se active para tener éxito y cómo percibiría el personal estos cambios? Con estas respuestas y una visión bien concebida de lo que desea lograr, está listo para ver cómo el sistema de gestión operativa adecuado puede brindarle el cambio (y los resultados) que busca.

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